Mensajes recibidos por

María Matea

1988

24 de febrero de 1988

SOBRE LA GRAN PERSECU

C

IÓN Y LOS MÁRTIRES

Recuerdo ahora que hace 3 días, era primer lunes de cuaresma y al hacer el ejercicio espiritual de primer lunes de cuaresma, en la invocación: “Ángeles que consolasteis a Jesús en su agonía en el huerto de los Olivos, venid en mi auxilio”, vi al Señor crucificado y luego una multitud de ángeles lo adoraban hasta poner el rosto en tierra, cuando Él agonizaba. Sólo que el Señor fue cambiando sus facciones por las de un hombre negro. Yo me asombré y le pregunté al Señor qué significaba eso.  Él me dijo: “Oh hija mía, recordad que yo he dicho que cuando hacéis algo a uno de mis pequeños, a mí me lo hacéis. Hija, mi Iglesia en África es perseguida, azotada, es mártir.  Mi Iglesia extendida por los países comunistas es perseguida.  Mis sacerdotes, los amados hijos que predican mi Evangelio son muertos y su sangre es ofrenda de amor de ellos para mí.  Por eso te digo, hija, y en verdad en verdad te digo: Toda esa sangre inocente será cobrada.  Aún no se completa el número de mártires; pero ¡ay de la tierra cuando ese número esté completo!, pues habrá llegado el tiempo del premio o castigo.  ¡Ay de mis hijos sacerdotes que se atreven a predicar otro Evangelio que no es el mío!  Desde ya la verdad los maldice.  Orad, hija, orad porque ellos busquen la misericordia de mi amor en mi corazón que agoniza por ellos, pues sólo ahí obtendrán perdón y salvación”.

Hoy 24 de febrero del 88, en visita al Santísimo, se aparece la Santísima Virgen María y yo le comento que la visión anterior es terrible. Y ella me respondió que “Hay cosas aún peores, hija. Un día de estos os enseñaré el infierno en visiones.  Ahora aún no estáis preparada para mirar eso, pero sí el Purgatorio”.  Ella extendió su brazo con su mano abierta y apareció un lugar lleno de llamas, de un fuego muy amarillo pajizo y rojizo en las puntas.  Ahí había personas que sufrían. En un momento, la Santísima Virgen María me mostró que al principio cuando un alma llega a este lugar, sus vestidos son oscuras, pero luego después van saliendo poco a poco del fondo.  Ese lugar de Purificación tiene varios niveles.  Yo los veo como en forma de terrazas.  Conforme las almas pasan de un nivel inferior a uno superior, sus ropas se van blanqueando. En los niveles inferiores el sufrimiento de expiación es muy grande; y las almas sufren en las partes como de sus cuerpos con que más ofendieron a Dios.  Cuando llegan al nivel más alto, ahí también hay llamas, pero no son tan terribles los tormentos como abajo.  En ese nivel de arriba sus vestiduras se ponen totalmente blancas, brillantes, y les aparece una corona de rosas diminutas sobre la cabeza; entonces son sacados de ahí por ángeles alados y son elevados hacia un lugar de mucha luz.

Ahí había mucho sufrimiento y arrepentimiento; en algunos las llamas se acentuaban más en las partes de su cuerpo con que más habían ofendido a Dios y otros estaban totalmente envueltos en llamas.  A gritos alzaban los ojos hacia arriba e imploraban misericordia, perdón y oraban; pero a gritos y desesperados.

Yo pregunté a Ella si todos padecían igual, dijo que no; pues hay unos que están más hundidos en las llamas que otros.

En realidad, en algunos casos ni se veía la persona, sólo se oían sus gritos y sus súplicas y en otros casos ya casi están afuera.

Ese lugar es como un mar de grandes llamas con varios niveles hacia abajo.  Ahí claman, dice mi Madre Santísima continuamente las almas y no hay día ni noche, sólo tiempo de purificación.  Le pregunté que cómo se les puede ayudar a salir.  Ella dijo: “Hija mía, solo las podéis ayudar haciendo penitencia, con ofrecer el sacrificio de la Santa Misa por ellos, con el rezo del Rosario.  Recitad por ellos las jaculatorias enriquecidas de indulgencias, sobre todo decid la jaculatoria de Santa Gertrudis que tiene el poder de sacar mil almas del purgatorio, pero cuando la decís en gracia de Dios”.

Madrecita, y si no está uno en gracia de Dios, ¿qué sucede? Entonces Ella dijo: “No tiene el mismo efecto, pero es válida para la propia salvación y para los que en ella se ruega.  Hija, es necesario que todos mis hijos frecuenten los sacramentos más a menudo”..

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