Mensajes recibidos por

María Matea

1988

1ro de marzo de 1988

1ª. VISIÓN DEL AVISO (en sueños

)

La Santísima Madre dijo: “Hija mía, escribe primero tu sueño y ahí te hablaré”.

Yo soñé que un gran fuego bajaba del cielo.  Al tocar ese fuego la tierra fue algo terrible.  No había temblor, pero sí un fuerte rugido.  Inmediatamente, por todas partes en la tierra brotaba fuego.  La tierra en algunos lugares dejaba salir grandes columnas de fuego y en otros lugares eran pequeñas llamitas, pero tenían el poder de atormentar terriblemente a las personas.  Yo corría en busca de mis hijas que estaban en un cine y de mi marido.  Recuerdo que los encontré y que no los soltaba de la mano a ninguno, les cogí como en piña las manos porque yo sabía que a mí nada me pasaría, pues las promesas del Señor y de mi Madre se cumplen y así no quería que ninguno de ellos muriera o se perdiera.

En un momento, mientras veía aquellos fuegos que no quemaban ni el pasto ni los árboles, ni los edificios ni los muros de las cercas, ni a las personas por fuera, sólo por dentro la maldad y el pecado de las personas, llegó mi Santísima Madre y me dijo: “Ven hija mía, por aquí”.  Me llevó a un lugar que era como un camino angosto y lleno de frescura, de pasto verde, de agua y vegetación.  El agua era como si hubiera llovido, no había ríos.  Ahí había otras personas que iban y venían como nosotros esperando que afuera pasara el castigo tan grande que había.  Ahí terminó mi sueño.

A pesar de que al principio, Ella me había dicho que escribiera el sueño, aún así yo le pregunté: Madre mía, ¿cómo narro ese castigo?  La Santísima Madre contestó: “Hija mía, después os lo diré cómo lo vais a decir.  Ahora escuchad lo que os digo: Ayer me preguntabais si la gran tribulación iba a ser vivida de manera diferente en cada país, si lo del volcán Irazú era lo que le tocaba a tu pueblo y nación. Pues no, hija mía, no es así.  Todo lo que estáis viviendo y veréis es la preparación a la gran tribulación que yo te mostré en sueños y que también he mostrado a otros hijos e hijas.  En la Gran Tribulación se van a juntar un castigo que baja del Cielo, que es el rugido y el fuego que mirasteis bajar; y el otro castigo es de la tierra que es el fuego que mirasteis salir de la tierra.  Y así estáis, mientras mis hijos e hijas oran pidiendo misericordia, los vuestros andan por el mundo.  Por eso presenté la imagen de tus hijas, que son mías también, en el cine.  Pero fijaos bien, hija mía, que la misericordia de mi Dios permitió que tú los condujeras a lugar seguro mientras pasaban los castigos.  Y así será con todos mis hijos.

En realidad, el hijo o hija mía que ora por sus hijos o los suyos, no será desatendida su oración en el Cielo.  Esa imagen de tú llevándolos a todos de las manos significa la bendición dada a mis hijos obedientes que llega también a vuestros familiares.  Son todos aquellos que se refugian en mi corazón y que lo hacen como Noé junto con toda su familia.  Esos serán preservados de todo mal de cuerpo y alma; porque si mi Amadísimo Hijo es fiel a sus promesas, no olvidéis que también yo soy Reina de la Verdad.

Hijos míos, no temáis.  Os toca vivir las horas más oscuras, inciertas y de terror como no ha habido nunca, pero por eso yo os preparo, por eso vengo a vosotros para deciros que no temáis, pues, así como una cuenta sigue a la otra, para formar un Rosario, así vosotros y los vuestros están en mis manos y en mi Corazón Inmaculado”.

Madrecita, ¿qué más podemos hacer? Ella dice: “Sólo orad por el Papa, por la Iglesia, por el clero en general, por los pecadores, pero sobre todo también orad por los hijos de la verdad que están alejados de mí, pues estos hijos míos fácilmente podrían perderse.

Reciban hijos míos mi bendición de amor, de paz y protección, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”.

#GranTribulacion   #TiempoDePreparacion   #Confianza   #Oracion   #Papa   #Iglesia   #AlmasConsagradas