Mensajes recibidos por

María Matea

2001

1ero de octubre de 2001

 

DE ABRIR LAS PUERTECITAS DE LOS SAGRARIOS A LAS 3 DE LA TARDE DE TODOS LOS DÍAS PARA OBTENER GRACIAS Y MILAGROS DEL CIELO.  Y ESE ES UN REMEDIO CONTRA LAS GUERRAS.

 

Mensaje del Inmaculado Corazón de María para el mundo entero.

 

“Amados hijos de mi Inmaculado Corazón.

 

Yo soy vuestra Madre de amor; la siempre Virgen María.  Yo os amo y deseo para vosotros el que el amor de mi Dios se manifieste en vuestras vidas con plenitud.  Pero amaditos, esto a veces no sucede por la falta de amor que hay en el corazón de cada uno de mis hijos.  No aman a Dios, no siguen sus mandamientos, odian, envidian, fornican, el aborto y los abusos de toda clase hay.  Por lo tanto, no aman al prójimo como a sí mismos.

 

Por eso rezad mucho y haced penitencia.  Rezad el Santo Rosario para que seáis fortalecidos en vuestra fuerza de voluntad para hacer el bien.

 

Las guerras no son buenas.  Son la negación del amor de mi Dios.  Ahí se mata, se aniquila.  Ya son estos los tiempos en que el hombre inventaría máquinas y armas de destrucción masiva; pero vosotros podéis detener las guerras y sus graves consecuencias.  Si cuando fuera la hora de las 3 de la tarde y se abrieran las puertecitas de los sagrarios y se adorase a Jesús Sacramentado como Rey y Señor de todo lo creado, como Único Dios Verdadero, porque en Él están el Padre y el Espíritu Santo como un solo Dios Verdadero; y si pidieseis perdón y misericordia por todos los pecados y ofensas a mi Dios en el mundo entero y que por su infinita bondad no haya guerra, mi Dios os oiría.  Si rezarais el Rosario con devoción os aseguro que Él que todo lo puede, renovaría la faz de la tierra.

 

Todos los males que os aquejan es por la falta de amor, de fe, de oración y penitencia.

 

Confesaos hijitos muy amados y no ofendáis tanto a mi Dios.

 

Recibid dignamente a Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar y esperad de su benignidad las gracias pedidas.

 

Amaditos, Yo os amo y os bendigo en el nombre del Padre, y del Hijo y de Dios Espíritu Santo.  Amén”.

 

Y agregó:

 

“Decidle a los sacerdotes de la Santa Iglesia que si hiciesen lo que os mando no habría guerra.  Eso es lo único que vosotros podéis hacer.

 

Yo estoy mandando a mis emisarios por todas las naciones, para que al saberse mis palabras también sepáis qué hacer.

 

Vosotros hijitos de mi Inmaculado Corazón no temáis, porque yo os protegeré.  Yo soy vuestra Madre de amor.  Yo estoy con vosotros.  Yo os amo.  No temáis”.  (Y nos bendijo haciendo una cruz en el aire con su mano derecha.  En esta ocasión Ella venía vestida de celeste oscuro, su vestido adornado de estrellas plateadas y un mantito blanco en la cabeza.  Yo le pregunté que por qué no llevaba puesto el manto celeste como las vírgenes de Israel y Ella contestó: “Porque así me mandó mi Dios”).

 

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