Mensajes recibidos por

María Matea

1990

31 de enero de 1990

 

APARICIÓN DEL SEÑOR Y DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA.  EL SEÑOR Y LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA NOS DAN MENSAJE DE CONSUELO, EL SEÑOR ADVIERTE SOBRE LOS ERRORES QUE RECORRERÁN EL MUNDO EN EL GRAVE Y TERRIBLE TIEMPO DE APOSTASÍA Y HACE UN LLAMADO PARA PERMANECER FIRMES DENTRO DE LA IGLESIA EN EL TIEMPO DEL CISMA QUE SE DARÁ

 

La Santísima Virgen María dijo:

 

“La Gloria del Padre brilla entre vosotros desde mi Inmaculado Corazón.

 

Los sufrimientos de mis hijos están ante los ojos del Padre que os bendice con amor”.

 

Entonces apareció el Señor Jesús Resucitado y dijo:

 

“Yo Soy el que Soy y os bendigo con amor.  Tres veces caí camino al Calvario y en esas caídas expiaba las caídas de todos los que les ha sido ser reconocidos como hijos de Dios.

 

Mis videntes, los videntes de mi Madre no huyáis de la luz.  Aún no andáis en tinieblas, por la comunión.  Pero el vidente de Nuestra Señora que no rece a diario las tres partes del Santo Rosario entra en rebeldía con el Cielo por su negativa a la voz divina y camina en penumbra.  Los trabajadores de mi casa de oración son diferentes a los que trabajan para mi casa, pero fuera de mi casa.  Los que estáis alrededor del altar han de actuar piadosamente siempre, orando con insistencia, sufriendo con resignación y perseverancia; ha de ser humilde a la corrección teniendo en frente sus culpas.  Pero os esforzáis por estar adentro con la piadosa práctica de los que están fuera del templo.  No os resistáis más, para que no seáis confundidos por voces foráneas.  El que méritos hace por fuera estar, sólo oirá el murmullo de la voz del Cielo, de tal suerte que luego dirá cosas que no se cumplen.

 

Os digo que llegará el tiempo en que el error recorrerá el mundo; sólo los que se han fortalecido en oración y comunión eucarística frecuente podrán discernir la voz del Cielo de las voces de perdición que como nunca antes brotarán en los tiempos de la Gran Apostasía.

 

Orad mucho y haced penitencia por vosotros y los vuestros; así estaréis vigilantes y cuando esas negras horas lleguen el vendaval de perdición no os arrastrará.

 

Permaneced firmes en la fe, la fe que os han enseñado vuestros padres y el Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana.

 

Mis videntes, cuando dijisteis sí al Cielo para ser videntes en un Santuario Mariano dijisteis sí al Padre Celestial y a la Beatísima Trinidad.  El diablo escucha y ronda furioso desde entonces por perderos.  Se vale del desgano en la oración.  Os encuentra como a soldados a medio dormir y os confunde en sus voces.  Mi Madre Santísima llora sin cesar ante esta realidad.

 

No os forzaré a la piadosa oración y a la obediencia.

 

Sólo os diré que el triunfo es del Cielo logrado con creces por mí en la Cruz en el Calvario, y por mi Madre Santísima al pie de la cruz.  Esforzaos por servir al altar del Dios vivo como os ha indicado mi Madre.  Preciosas oraciones salidas de mis labios os han sido dadas a vosotros para que sorteéis solos con el auxilio de Dios a través de estas oraciones, los peligros del mundo, de la carne y del demonio.

 

Los Ángeles del Cielo piden en clamor el poder orar así.  Pero son estas oraciones para hombres dignas de Ángeles, que son creaturas puras.  Pero oigo a mis videntes quejarse de lo largos que son los Rosarios revelados desde el Cielo.

No podrá mi Madre alcanzaros, si de voluntad amorosa vuestra no venís a mi altar con oración piadosa y no atropellada por cumplir.

 

Mi Poderosa Mano interviene estremeciendo corazones en cataclismo espiritual porque podáis alcanzar y cultivar gracias tan grandes dadas.

 

Si al oír mi Voz aún os rebeláis, seréis como soldados que dispersos se han quedado por el camino.

 

No hay mayor ni menor entre mis creaturas.  Sólo hay un solo Dios Verdadero y Tres Personas Distintas.  Sólo un Cielo, una Madre Amada por mí como sólo un Dios ama.

 

En mi corazón sufro el dolor de mi Madre por vosotros.  Aún mi Padre en su ira es amoroso.  Aún el Cielo es la Morada Santa.  Aún persiste el mundo en mala praxis de pecado y mis videntes actúan no como escogidos.

 

No os llamaré más, hasta tanto vuelvan a Mí con un corazón contrito y humillado.  Hasta entonces será verdadero el juicio de vuestros labios.

 

Desde mi Corazón sangrante y envuelto en llamas de Amor Divino os bendigo en el nombre del Padre, del Verbo Divino hecho hombre y de Dios Espíritu Santo para que os levantéis con humildad y valentía y caminéis llevando los rebaños, hacia la luz de la Patria Celestial con la oración.  Amén”.

 

Nota aclaratoria de María Matea:

 

Años después, al hacer preguntas sobre este mensaje, recibí lo siguiente de parte del Señor: “Las oraciones salidas de los labios del Señor son las que enseña la Iglesia, son oraciones que han sido inspiradas por el Espíritu Santo”. 

 

Toda oración que enseña la Iglesia Católica ha sido inspirada por el Espíritu Santo y por tanto vienen de Dios.

 

Se debe evitar la oración atropellada que es de rezar rápido.

 

Este mensaje inicialmente es para videntes pero el Señor dice que es también para todos sus hijos que sirven en la Iglesia y para su cuerpo místico.

 

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